ROCAS

Las rocas de la Tierra

La Petrología es la especialidad de la Geología que tiene a su cargo el estudio de las rocas.
Las rocas son como ¨cajas negras¨ que graban en su interior una valiosa información sobre los procesos geológicos de nuestro planeta. Una buena parte de la actividad de la Geología consiste en interrogar a las rocas para extraer de ellas la información necesaria y poder contar esta historia.

Existe una gran variedad de rocas pero éstas pueden ser agrupadas en solo tres grandes grupos según su origen y su aspecto.
Las rocas varían en color, tamaño de sus cristales o granos y los tipos de minerales que la componen. Si observamos un corte de ruta de un terreno montañoso podremos ver, por ejemplo, cómo una roca de color gris claro y muy compacta, constituida principalmente por cristales visibles a simple vista de cuarzo y feldespatos, pasa bruscamente a otro tipo de roca, de color gris plateado, que presentan las características de aquellas rocas transformadas en las profundidades de la corteza, con cristales laminares de micas y granates. Por encima de las rocas anteriores podría verse un tercer tipo, de aspecto más friable, dispuesta en capas horizontales y de colores amarillentos con la apariencia de ser un agregado de granos de arena cementados entre sí y con restos fósiles de plantas. ¿Qué es lo que determina las diferentes apariencias de una roca?

Las distintas apariencias de las rocas están determinadas fundamentalmente por dos aspectos: uno es la mineralogía, es decir los diferentes componentes y la cantidad relativa de cada uno de ellos. El otro es la textura, o sea el tamaño y ordenamiento espacial de los componentes. Estos granos o cristales, que en la mayoría de las rocas son solo de algunos milímetros de diámetro, se los describe como gruesos cuando se los puede ver a simple vista o como finos si ello no es posible. Por otro lado, los granos minerales individuales tienen diferentes hábitos (en forma de agujas o escarbadientes, como pequeños prismas, en forma de láminas, de esferas o de cubos, etc.) y se combinan entre sí para dar los patrones texturales.
Las combinaciones de mineralogía y texturas producen una gran variedad de rocas, y a su vez el tipo de mineralogía y textura que tenga una roca en particular dependerá del proceso geológico que la originó.

Para poder “leer” en las rocas los proceso geológicos, debemos primero aprender a descifrar la clave en que está escrito el mensaje. El primer paso para encontrar estas claves es reconocer los varios tipos de rocas; el segundo será entender qué nos dicen éstas sobre las condiciones bajo las cuales se formaron. Con estas dos herramientas podremos entonces elaborar y proponer modelos geotectónicos que nos ayuden a comprender la evolución de un sector determinado de la corteza terrestre.

Entender adecuadamente los procesos que dan origen a los diferentes tipos de rocas es uno de los principales objetivos de todo estudio geológico, y esto no solo es útil para descifrar la evolución geológica de nuestro planeta, si no que además nos dan información sobre las posibilidades de reservas de combustibles fósiles o minerales en un área, de la utilidad o no de cierta roca para un determinado fin, o nos puede brindar información muy útil para su aplicación en problemas ambientales. Por ejemplo, saber que el petróleo se forma a partir de sólo cierto tipo de rocas muy ricas en materiales orgánicos, nos permite hacer una exploración de nuevas reservas mucho más inteligentemente, al igual que la decisión de si un determinado lugar es apto o no para almacenar desechos nucleares, estará en función del tipo de roca.

Lo que sigue es una simplificación de como el geólogo interpreta los tres grandes grupos de rocas (ígneas, metamórficas y sedimentarias). Veremos que su apariencia, textura, mineralogía y composición química revela como y donde se formó cada una y como a su vez podemos ligar estos procesos con la tectónica de placas.




Las tres grandes familias o grupos de rocas pueden ser vinculados mediante el denominado Ciclo de las rocas, una serie de procesos que convierte a cada uno de los tipos de roca en alguno de los otros dos.





El ciclo de las rocas

El denominado ciclo de las rocas ( Figura 1) , es una serie de procesos geológicos por los cuales uno de los tres grandes grupos de rocas se forma a partir de los otros dos. Este ciclo podría empezar con la generación de magma en el interior de la Tierra, donde las temperaturas y presiones son lo suficientemente altas como para fundir las rocas preexistentes. Esta actividad interna de la Tierra se la denomina el episodio plutónico (esto deriva de Plutón, el dios romano de las profundidades). El episodio plutónico significa que las rocas preexistentes son fundidas, los minerales destruidos y su quimismo uniformizado, dando como resultado un líquido caliente denominado magma. Este, al ser de menor densidad tenderá a ascender, enfriarse y cristalizar, formando una roca ígnea plutónica.

Como ya sabemos, el magma se forma allí donde las placas colisionan o se separan. En los límites de convergencia o de colisión de placas, las rocas ígneas junto con las metamórficas y las sedimentarias son finalmente elevadas para formar las cadenas montañosas. Los geólogos denominan a estos procesos como una Orogenia; esto es un conjunto de procesos geológicos acotados en el tiempo que dan como resultado la generación de montañas.

Durante el proceso de alzamiento, las rocas de la corteza que cubren a las rocas ígneas infrayacentes son erosionadas gradualmente por la acción de los agentes externos, generado material suelto que será acarreado hacia las zonas bajas y exponiendo en superficie a las rocas ígneas formadas en las partes más profundas. Estas, al estar ahora en un ambiente mucho más frío y húmedo que el de su lugar de nacimiento, se encuentran en desequilibrio y sus minerales comenzarán a sufrir cambios químicos, como por ejemplo los minerales con Hierro(Fe), se oxidan dando lugar a la formación de óxidos férricos, o como los feldespatos, que se transforman en minerales arcillosos, con aumento del volumen y rotura del agregado mineral.

Todo esto conduce a la formación de material suelto(regolito) que es transportado desde las zonas topográficamente más elevadas hacia los sectores más bajos(cuencas), que en muchos casos son los fondos oceánicos y que reciben todo este material, depositándose para formar capas horizontales de sedimentos(estratos).

La sedimentación suele ir acompañada de hundimiento del fondo, por lo tanto los sedimentos irán siendo enterrados a medida que nuevas capas se vayan depositando por encima de ellos. Esto conducirá a una litificación progresiva por compactación, expulsión del agua de los poros y aumento de la densidad. A mayor profundización habrá una mayor litificación y como la temperatura y la presión aumentan con la profundidad, los sedimentos estarán sometidos cada vez a mayor temperatura y presión. A unos 10 km las temperaturas serán de unos 300 ºC y las presiones de unos 3 kb, aquí los minerales de las rocas sedimentarias como las arcillas empezarán a cambiar para convertirse en minerales estables a estas nuevas condiciones físicas y así, sin dejar el estado sólido, un mineral se transforma en otro (se metamorfiza) y se genera una roca metamórfica. Si este proceso de profundización continúa y la temperatura de la roca se eleva lo suficiente, terminará por fundirse y generar un nuevo magma, el que al ascender cristalizará y formará una nueva roca ígnea, cerrando el ciclo.

Una roca en particular no tiene por qué recorrer inevitablemente este ciclo. No es necesario de que toda roca ígnea sea levantada de su lugar de formación y expuesta en superficie para que los agentes erosivos la ataquen y degraden, puede que una roca ígnea nunca sea expuesta en superficie, todo depende de la evolución geológica de la región.

El ciclo de las rocas nunca se acaba, está siempre operando de forma lenta y continua. Es aquí donde mejor se materializan los conceptos de gradualismo - actualismo de los fenómenos geológicos. Las rocas que alcanzaron la superficie son recicladas continuamente pero nosotros solo podemos ver la parte superior del ciclo y debemos deducir los de la parte profunda a partir de evidencias indirectas.


Figura 1


¿Como se clasifica una roca ?
Así como los biólogos clasifican a las plantas y a los animales dándoles nombres específicos, los geólogos hacemos lo mismo con las rocas. Para clasificar adecuadamente una roca es necesario hacer una serie de estudios previos que van desde la forma en que ésta se encuentra en el campo (yacencia), y su relación con las otras rocas; luego son necesarios estudios microscópicos para identificar la mineralogía, y en algunos casos contar la cantidad de sus componentes y observar la textura, también es necesario analizar la composición química.
Con toda esta información es posible darle un nombre que ha sido previamente definido, y que hará referencia a sus características y origen. Por ejemplo: un granito, es una roca ígnea que yace como cuerpo intrusivo (plutones o batolitos), que está compuesto de cuarzo, feldespato además de micas y su textura es frecuentemente granular, con cristales bien desarrollados y del mismo tamaño.

Rocas Ígneas
Las rocas ígneas se forman por la cristalización de un magma, una masa viscosa de silicatos fundidos que se originan en el interior de la corteza terrestre o en el manto superior, allí donde la temperatura asciende hasta los 700 ºC o más, que son las temperaturas necesarias para fundir a la mayoría de las rocas. Cuando el magma se enfría en el interior de la corteza, la pérdida de calor es muy lenta y por lo tanto los cristales que se forman a partir de éste tendrán suficiente tiempo como para crecer y formar una roca ígnea de grano grueso. Sin embargo si el magma es expelido bruscamente hacia la superficie como lo hace un volcán, su enfriamiento y solidificación es muy rápido, y por lo tanto los cristales no tienen tiempo para un crecimiento gradual. En estas circunstancias, se formarán una gran cantidad de pequeños cristales y el resultado final será una roca de grano muy fino. A partir de esto podemos decir que, en base al tamaño de los cristales, los geólogos distinguen dos grandes subgrupos de rocas ígneas: las intrusivas, enfriadas en el interior de la corteza, y las extrusivas, enfriadas en la superficie.
Las rocas ígneas están formadas por cristales, es decir minerales generados por un proceso de cristalización. Eventualmente pueden tener material vítreo, sustancia silicatada no ordenada en un sistema cristalino específico.

Rocas Ígneas Intrusivas
Son las formadas por la cristalización lenta de un magma, que desde la zona de generación se movilizó y se alojó en otra roca sólida en la profundidad de la corteza. Ellas pueden ser reconocidas fácilmente por sus grandes cristales (la mayoría reconocibles a simple vista) los cuales crecieron lentamente a medida que el magma se enfriaba gradualmente (figura 2). Como se dijo anteriormente, el enfriamiento lento de magma en el interior de la corteza, es debido a que las rocas de caja (rocas que contienen al magma), son por lo general muy malas conductoras del calor, y por lo tanto este se disipa lentamente.
El Granito es una roca ígnea intrusiva por excelencia. 
Rocas Ígneas filonianas
Representan magmas u otros productos de origen ígneo que se han introducido en grietas (en el interior terrestre). Allí se han enfriado y, en consecuencia, ahora presentan geometría de filón que corta, atravesando, las rocas entre las que se introdujo. Las pegmatitas son un buen ejemplo de este tipo de rocas.
Rocas Ígneas extrusivas
A diferencia de las anteriores, las rocas tales como el basalto se forman a partir de un enfriamiento muy rápido como el que tiene lugar en una erupción volcánica, donde el magma es lanzado hacia la superficie. Allí, el contraste térmico es muy alto y la disipación del calor es muy rápida, dando una roca muy compacta y con cristales muy pequeños rodeados de material vítreo, o solo vidrio. Estas rocas ígneas extrusivas, son fácilmente reconocidas por la presencia del vidrio volcánico, por su textura muy fina o por presentar agujeros (vesículas) como si fuera un queso gruyere, producto del escape de gases durante el enfriamiento. Como ejemplo podemos tener en cuenta al basalto.


Figura 2

Minerales comunes en Rocas Ígneas
La mayoría de los minerales de las rocas ígneas son silicatos. Por una parte, es debido a que la sílice es un componente abundante en la Tierra, y por otro, es por que los minerales silicatados se funden a temperaturas y presiones propias de la corteza y manto superior. Los silicatos más comunes de las rocas ígneas son el cuarzo, los feldespatos y las micas, entre otros.


Rocas Metamórficas
Las rocas metamórficas son llamadas así porque en realidad, son la transformación de una roca preexistente (meta = cambio, morfos = forma). Estas rocas son generadas cuando las altas temperaturas y presiones en las profundidades de la Tierra, causan algún cambio en una roca ígnea, sedimentaria o metamórfica previa. Lo que cambia es la mineralogía, la textura y eventualmente la composición química sin perder su estado sólido; por eso se dice que los minerales de las rocas metamórficas no cristalizan, si no que crecen lentamente en estado sólido. A este proceso se lo denomina blástesis (blástesis = crecer), y por lo tanto las rocas metamórficas están compuestas de blastos de diferentes minerales. Las temperaturas requeridas para metamorfizar una roca van de 200 a 700 ºC; por encima de esta temperatura, las rocas se funden y dan lugar a rocas ígneas. En realidad, existe un paso intermedio donde se observan rocas de mezclas, parte ígnea y parte metamórfica, que se denominan rocas migmáticas (migma = mezcla).

Factores del metamorfismo

Temperatura (Tº): Está directamente relacionada con el gradiente geotérmico. Este varía entre 6 ºC/km (fosas oceánicas) y 90 ºC/km (puntos calientes), siendo el promedio del gradiente alrededor de los 30ºC/km.
Presión (Pº): La presión estática está referida únicamente a la presión de confinamiento, que es la presión litostática más la presión de fluidos. Además de estas presiones, también influye en el proceso metamórfico la presión dirigida, la cual es originada por los procesos tectónicos.
En la corteza continental, que tiene densidades promedios de 2.7 a 2.8, 1 kbar equivale aproximadamente a 3 km de profundidad.


La presión y la temperatura van a influir directamente sobre los minerales involucrados en las reacciones metamórficas, por lo tanto existen ciertos minerales característicos bajo ciertos rangos de Pº y Tº que se denominan geotermómetros y geobarómetros.

Ambiente metamórfico y tipos de metamorfismo 


Metamorfismo Regional ( Tº y Pº)
Los procesos que producen rocas metamórficas pueden tener lugar sobre un área muy amplia de la corteza o sobre un sector limitado. Cuando las altas temperaturas y presiones se extienden sobre una región muy amplia, se dice que las rocas han sido afectadas por un metamorfismo regional o dinamotérmico. Este tipo de metamorfismo se produce siempre en zonas de subducción o en zonas de colisión continental. Es el más difundido de todos debido a que siempre abarca grandes áreas dando lugar a un gran número de rocas tales como las pizarras, esquistos, gneises, etc.

Metamorfismo de Contacto( Tº)
Cuando el aumento de la temperatura es local y restringida a una pequeña área, tal como ocurre en las proximidades de una intrusión de roca ígnea, se dice que el metamorfismo es de contacto o térmico (figura 2). Aquí predomina la recristalización mineral sobre la deformación, la cual está casi ausente en la mayoría de los casos. Se produce siempre debido a la intrusión de cuerpos ígneos que sean capaces de producir la recristalización de su encajante. Sobre este último se forman aureolas metamórficas, que se caracterizan por la aparición o desaparición de uno u otro mineral índice.

Metamorfismo Dinámico (Pº)
El metamorfismo dinámico es una forma secundaria de metamorfismo que se da cuando las rocas son comprimidas a causa de los grandes movimientos de la corteza terrestre, en especial a lo largo de sistemas de fallas. Grandes masas de roca se superponen a otras rocas y, en los puntos donde entran en contacto, se forman unas rocas metamórficas denominadas milonitas.

Muchas de las rocas metamórficas producidas por un metamorfismo regional (tal como los esquistos) presentan una foliación característica, es decir una debilidad planar por la cual se romperá en forma de lajas paralelas. Esta foliación es el resultado de la deformación sufrida por la roca cuando fueron presionadas y plegadas. En cambio, las rocas del metamorfismo de contacto, se caracterizan por la ausencia de esta foliación y están formadas por un agregado de pequeños cristales de igual tamaño lo que las hace muy resistente a la rotura.

Minerales comunes en rocas metamórficas
Por ser las rocas metamórficas la transformación de rocas ígneas y sedimentarias previas, los minerales más abundantes son también los silicatos. Los más típicos son el cuarzo, los feldespatos, las micas, piroxenos y anfíboles, siendo estos últimos también frecuentes en rocas ígneas. Pero además son comunes otros minerales como el disteno, la sillimanita, andalucita, estaurolita y algunas variedades de granate que caracterizan solamente a las rocas metamórficas, ya que éstos se forman en condiciones de presión y temperatura superiores a las de las rocas ígneas, y por lo tanto su presencia en una roca es una buena guía para clasificarla como metamórfica.

Los minerales de una roca metamórfica acusan las condiciones físicas bajo las cuales ésta se formó, por lo tanto pueden ser usados como geotermómetros y geobarómetros. Una roca metamórfica es una fuente de información sobre las paleotemperaturas que reinaron en un determinado lugar del interior de la Tierra, y esto está en relación directa con la actividad de las placas litosféricas de ese sector, es decir, que al igual que las rocas ígneas, éstas son muy buenas indicadoras de los ambientes tectónicos.

Rocas sedimentarias
El sedimento es el precursor de una roca sedimentaria, y se encuentra en la superficie de la Tierra como capas de partículas sueltas tal como la arena, el limo o la arcilla. Algunas partículas, como los granos de arena y limo, provienen de la destrucción de otras rocas en la superficie terrestre por un proceso denominado meteorización. Esto es, las rocas son fragmentadas y disgregadas en trozos de varios tamaños. Estos fragmentos son luego transportados por algún agente de transporte y erosión (agua, viento o hielo) y depositados en los sectores topográficamente bajos, formando capas sucesivas (figura 3).
Las rocas sedimentarias están compuestas por clastos.


La meteorización y la erosión producen dos tipos de sedimentos:
-Sedimentos clásticos: son las partículas depositadas físicamente, tales como granos de cuarzo y feldespatos provenientes de la fragmentación y alteración de otra roca, como podría ser un granito (la palabra clasto, del griego Klastos, significa romper).
-Sedimentos químicos o bioquímicos: son sustancias nuevas que se forman por precipitación química de algunos componentes de las rocas originales que fueron disueltos durante el proceso de meteorización, y son llevados por el agua de los ríos hasta el mar o un lago. Estos sedimentos incluyen capas de minerales tales como halita (sal de cloruro de sodio) y calcita (carbonato de calcio). En estos procesos suelen intervenir organismos vivos que asimilan ciertas sustancias, y que al morir dejan sus restos en el lugar donde vivieron, y pasan a formar parte del sedimento.
Las rocas sedimentarias están compuestas de clastos (fragmentos de minerales y rocas), matriz (parte fina que rodea y sostiene a los clastos, puede o no existir) y cemento (material de origen químico que aglutina a los clastos, puede o no existir).


Desde el sedimento a la roca sólida

Litificación o Diagénesis es el proceso que convierte a un sedimento (material suelto) en roca sólida, y puede ocurrir de dos formas:
-Por compactación, cuando los granos son apretados unos contra otros por el efecto del peso de los sedimentos suprayacentes, produciendo un material mas denso y compacto que el sedimento original.
-Por cementación, cuando una sustancia aglutinante (cemento) se deposita entre los granos de un sedimento y los une entre sí. Estas sustancias pueden ser de varios tipos, y los más comunes son el Fe2O3, carbonatos o sílice.
Los sedimentos son compactados y cementados después de que son enterrados y cubiertos por las capas de otros sedimentos. Así, una arenisca se forma por la litificación de granos de arena, y una caliza es la litificación de pequeños caparazones de fósiles marinos y otras partículas de carbonato de calcio.
Tanto los sedimentos como las rocas sedimentarias, están caracterizados por la alternancia de capas de diferentes colores. Cada una de estas capas suele ser un estrato, y reflejan cambios en la mineralogía y el tamaño de grano (por ejemplo capas de areniscas intercaladas con limolitas), o diferencias en las texturas, como cuando una arenisca de grano grueso se intercala con una de grano fino.
Debido a que las rocas sedimentarias se forman sobre la superficie terrestre, éstas cubren una buena parte de su superficie y de los fondos oceánicos. Sin embargo, solo representan una capa muy delgada, comparadas con las rocas ígneas y metamórficas que ocupan el mayor volumen de la corteza.

Existen dos grupos principales: las rocas carbonáticas y las evaporitas. Además, hay que indicar que algunos tipos de rocas carbonatadas pertenecen a las rocas orgánicas.
Rocas evaporíticas
Son las rocas formadas a partir de la intensa acumulación de sales (sulfatos, carbonatos, cloruros, bromuros), que puede tener lugar en aguas continentales o marinas sometidas a una intensa evaporación. Estas rocas se forman por precipitación química directa de sales en un fluido acuoso sobresaturado. Las principales rocas evaporíticas están compuestas por la acumulación de alguno/s de los siguientes minerales: yeso (SO4Ca + 2H2O), sal (ClNa).
Estas rocas suelen presentar texturas equigranulares (como las rocas plutónicas), y se reconocen fácilmente por ser solubles o por su baja dureza.
Rocas carbonatadas
Son rocas que están mayoritariamente compuestas por carbonatos; o bien calcita (CO3Ca), y entonces se denominan Calizas, o bien por dolomita (CaMg (CaCO3)2), y entonces se denominan Dolomías. En función del porcentaje de calcita y dolomía que presenta la roca reciben diferentes nombres. De esta forma, podemos clasificarlos en: calizas, calizas dolomíticas, dolomías calcáreas y dolomías.
Rocas orgánicas
Son rocas formadas por la acumulación de materiales generados mediante procesos orgánicos. Por ejemplo, acumulación de conchas, exoesqueletos, restos vegetales, etc. Dentro de este grupo grupo incluimos los carbones y algunos tipos de rocas carbonatadas y silíceas.
Carbones
Los carbones son las rocas organógenas más típicas. Estas rocas se forman a partir de materia orgánica (fundamentalmente vegetal) transformada por un proceso denominado carbonización. Este proceso va transformando la materia orgánica, dando lugar a una serie de acumulados cada vez más ricos en carbono: turba, lignito, hulla y antracita.
Calizas
Existen una serie de rocas carbonatadas formadas por la acumulación directa de material orgánico carbonático, generalmente conchas y exoesqueletos. Estos depósitos se encuentran en ocasiones en el registro geológico conservando su estructura biológica original (p.ej. arrecifes).



Figura 3



Minerales comunes en rocas sedimentarias

Los minerales de origen clástico más comunes en los sedimentos son también los silicatos.
Esto no es más que un reflejo de la abundancia de estos minerales en las rocas originales, las cuales aportan sus fragmentos (clastos) para formar las rocas sedimentarias. El cuarzo, los feldespatos y las arcillas son los más comunes.
Los minerales formados por precipitación química o bioquímica en los sedimentos son los carbonatos (calcita y dolomita), sulfatos (yeso y anhidrita) y cloruros (halita). Los primeros son frecuentes en depósitos marinos, y los segundos en lagos que han sufrido una evaporación total.



Dónde y cómo vemos las rocas

En la naturaleza, las rocas no se encuentran convenientemente separadas en una roca ígnea aquí, una sedimentaria por allí y otra metamórfica mas allá. Por el contrario, ellas están todas juntas y superpuestas unas a otras, reflejando la historia geológica de una determinada región.
Los mapas y perfiles geológicos, muestran la distribución espacial de las rocas de una región, y a partir de éste es posible deducir la distribución de las rocas en el pasado hasta la actualidad. Si nosotros hiciéramos una perforación en un determinado punto de la Tierra, encontraríamos una secuencia de rocas en sentido vertical, que reflejan la historia geológica de esa región. Desde la superficie hasta algunos kilómetros probablemente encontremos capas de rocas sedimentarias; perforando más profundo, quizás entre 6 a 10 km, podríamos penetrar en rocas ígneas y metamórficas de una historia mucho más antigua.
Si realizamos un viaje desde la ciudad de Córdoba hasta la ciudad de San Juan, atravesaremos una serie de sierras separadas por zonas de llanura. En las sierras es donde podemos ver una gran variedad de rocas tanto ígneas como metamórficas y sedimentarias, de diferentes edades, que han sido expuestas por los acontecimientos tectónicos. Saliendo de la ciudad de Córdoba por la ruta que viene a La Calera, antes de llegar a la misma, encontraremos rocas sedimentarias de color rojizo, del período Cretácico (areniscas y conglomerados de la formación Saldán). Luego, al cruzar la Sierra Chica, iremos viendo rocas ígneas y metamórficas de unos 520-480 millones de años (del período Cámbrico Inferior al Ordovícico inferior); en el valle de Punilla se pueden observar sedimentos de edad terciaria (1 a 3 millones de años), y si cruzamos la Sierra Grande por Los Gigantes, veremos una gran cantidad de granito que forma parte del denominado Batolito de Achala, un gran cuerpo intrusivo que cristalizó hace unos 360 millones de años atrás (período Devónico). Al bajar hacia el valle de Taninga vuelven las rocas metamórficas con algunos niveles de mármoles, antiguos sedimentos marinos de un mar del Cámbrico, ahora intensamente deformados y metamorfizados. En la Pampa de Pocho, nos llamará la atención unos cerros en forma de conos; son volcanes extinguidos hace ya unos 5 millones de años atrás. Si cruzamos la Sierra de Pocho por el camino de los Túneles, volveremos a ver rocas metamórficas del Cámbrico Inferior, y en el pié occidental de estas sierras, aparecen de nuevo rocas sedimentarias (areniscas blanquecinas), pero ahora del período Carbonífero.
Continuando hacia el oeste, veremos una enorme sierra que sobresale de la llanura riojana (la sierra de Chepes-Ulapes) compuesta por rocas ígneas plutónicas, pero distintas que las del granito de Achala; aquí son granodioritas del período Ordovícico Inferior (480 millones de años). Antes de llegar a la localidad de Marayes en la provincia de San Juan, atravesamos el extremo sur de otra gran sierra (Sierra de Valle Fértil- La Huerta) compuestas por rocas ígneas y metamórficas de edad similar a las de Chepes-Ulapes. En este sector aparecen también rocas sedimentarias rojizas de edad triásica (unos 245 Ma), las mismas que afloran más al norte en la zona del Valle de la Luna y Talampaya.
Antes de llegar a San Juan rozaremos otra gran unidad serrana (La Sierra de Pié de Palo) compuesta por rocas metamórficas muy antiguas (1.000 millones de años); éste es un bloque exótico que en algún momento formaba parte de un antiguo continente (Laurentia), y que actualmente sería la parte sur-este de los Estados Unidos.
Si cruzamos la ciudad de San Juan y nos internamos por el valle del Río San Juan, veremos las espectaculares rocas sedimentarias de la Precordillera, compuesta esencialmente de calizas y areniscas del Cámbrico y Ordovícico, representantes del fondo marino de aquella época.
En esta travesía desde las Sierras Pampeanas de Córdoba hasta la Precordillera de San Juan, habremos viajado a través del tiempo por rocas de otros continentes y otros mares. La historia geológica de nuestro territorio está guardada allí, en esas rocas, solo es cuestión de saber leerla e interpretarla.

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